Mañana de beldad, cuando descorres tus párpados
y permites la luz de tus ojos en mis praderas,
en mi cuerpo que está ardiendo, llenándose de ti, de tus suspiros...
unificándonos, tú y yo, en un sólo sueño, con arrebatos
mojándonos, en reiteración de nuestra entrega,
eres mía, soy tuyo, toda mía, todo tuyo...
y en cada beso que divinamente a mi pensamiento viene,
hay una flor que nació en tus labios... lo diviso,
me das así un sí definitivamente... para llamarte por tu nombre,
para llamarte amor, y ser por ti el más feliz de los hombres.