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NOCTURNO II

   La mulata dormida

respira sutilmente

su perfumado aliento;

la pálida llama de una vela

termina con la noche

y mis pensamientos

con la aurora matinal.

  Los acordes de guitarra

 y el canto de los jóvenes

sube armonioso

 en el apacible titubeo nocturno.

  Un perro aulla

embrujado por la vieja Luna

y su desarticulado eco

se eleva lastimero

sobre la ciudad dormida.

   La canción de la noche

se eleva a las estrellas

y mi suspiro de enamorado

traspasa el Universo,

porque mi alma es canción

y mis versos son el eco

de una melodía sin fin...