La mulata dormida
respira sutilmente
su perfumado aliento;
la pálida llama de una vela
termina con la noche
y mis pensamientos
con la aurora matinal.
Los acordes de guitarra
y el canto de los jóvenes
sube armonioso
en el apacible titubeo nocturno.
Un perro aulla
embrujado por la vieja Luna
y su desarticulado eco
se eleva lastimero
sobre la ciudad dormida.
La canción de la noche
se eleva a las estrellas
y mi suspiro de enamorado
traspasa el Universo,
porque mi alma es canción
y mis versos son el eco
de una melodía sin fin...