Fui idiota…
por creer en tus palabras vestidas de oro,
por pensar que el tiempo no era un ladrón,
que tus promesas no eran solo humo
y que tu risa tenía un poco de amor.
Fui idiota…
por esperar donde nunca hubo espera,
por quedarme cuando ya te habías ido,
por pensar que un corazón vacío
podía latir al ritmo del mío.
Pero idiota no seré más.
Hoy recojo mis pedazos sin prisa,
sin rencor, sin despedida.
Que sea el viento quien te diga
que quien se va, no siempre olvida.