«Los corazones de papel
se alimentan de confiscar sonrisas.»
Con quirúrgica ironía
inventó las burlas que
cubrieron de lodo
versos y rimas, mientras
seguía empuñando su daga gris
con la que oscurecer de pegajosa bruma
la mano que los escribía.
«Qué importa si dolió»
piensa, cínico,
antes de cerrar los ojos
y mecerse en las profundas garras
de sus pesadillas,
en las que cada noche,
sin él saberlo,
su alma muere un poco
devorada
por el espíritu de la Poesía.
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