Raiza N. Jiménez E.

La Égida Maternal.-

Imaginar, tanto como imaginar, jamás, me lo imaginé.

Ver para creer, era la frase que de mi abuela, escuché.

Ambas, madre y abuela, entonaban juntas, sus cuplés.

Ese contubernio, de las dos, lo hacían con frágil inglés.

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Estas cómplices olvidaban que, las crías, inglés sabían.

La viva abuela, olvidó su Credo: \'Niño bobo, no existe\'.

No se las puede inculpar, no percibían que, Ellos oían.

 Si no hay penalidad, el mal comportamiento persiste.

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Ambas, solo rumiaban y, ninguna de las dos, algo haría.

Los castigos eran decretos en alta voz que, se morían.

De todo hacían gracia y pensaban que no, se las veía.

Solo gritaban amenazas que, en verdad, no cumplían.

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¡Quien ha tenido Mamá y Abuela, sabe el argumento.

La fuerte es Mamá, Ella tuvo castigo, en su momento!