¿Sabes? Desde que nací
Yo, Tu Niño Añil
te estoy esperando.
Al comienzo con certeza
esperaba ansiosamente tu llegada,
imaginándome que vendrías
por la noche.
Que te traería una estrella,
Y Tu montado en su cola
de brillos y sueños...
Pasaba mis horas
frente a la ventana
mirando las luces de la noche,
encendiéndome con ellas,
y me aprendí de su mundo
sus juegos preferidos,
como forman dibujos
cuando alguna se esconde,
o se pierde y se va,
más, aún así, ninguna estrella
escapó para traerte a mí.
Ya como niño mayor,
comprendí que el camino
de las estrellas,
era muy complicado,
y por ello aún no habías llegado.
Desde ese día de revelaciones
Te enciendo un cirio junto a mi ventana
y de tan grande,
ilumina hasta a la noche.
Nunca pierdo la esperanza
y enciendo el cirio,
ese que te traerá
que iluminará el camino a mí.
Me duermo mirándolo,
y su Luz, ilumina mi sueño
e imagino tu rostro,
y me aprendo tus besos
sé cómo abrazan mis caricias
cuando te tomo con mis manos...
y me duermo sin más.
Al despertarme, el cirio apagado
me sigue contando la misma historia,
triste historia,
Tu aún no has llegado,
y lloro, y lloro, y lloro,
y una vez más te excuso,
repaso en mi corazón
el ritual del cirio
y me invento un Aquí fallé.
Todas las mañanas
el sabor amargo del desencuentro
me hace llorar.
Hoy volví a crecer
y ya perdida la certeza
sé que no debo esperar,
el cirio seguirá encendido,
es mi esperanza viva
y miraré siempre estrellas que dibujan
que juegan y me cuentan
que a veces una se pierde...
Y no me dormiré con tu rostro
en mi alma,
pues no conoceré tu rostro
y cuando mi corazón salte de loco
le diré que ya es tiempo de dormir
y en ese sueño, tal vez,
alguna vez te encuentre...
Y sólo en el sueño,
te besaré.
Ya soy muy grande y no sueño
es tonto mirar el cielo
pero la luz de un cirio en la ventana
excorcisa el miedo
y sostiene mi esperanza.
¿Sabes? Desde que nací
te estoy esperando,
no quiero engañar al niño,
prefiero contarle, que en la cola
más grande de una estrella fugaz,
venías a buscarme,
y que te iluminó el cirio,
y que soñaste mis besos
y que lloraste también,
ya estabas llegando,
pero, cosa de estrellas,
era tan bella!
Que se perdió, y se fue.
Para el Milagro
A.E.C