Pupitres de sombras, pizarras calladas,
ojos que aprenden a no preguntar.
Los niños asisten, pero no sueñan,
las almas se sientan sin respirar.
Los sueños esperan fuera del aula,
no hay tiempo, no hay aire, no hay luz.
Aquí no queremos mentes que vuelen,
solo engranajes para un patrón.
Y un día, al final del camino,
cuando el timbre suene y miren atrás,
descubrirán que la escuela no era escuela…
era el ensayo de la obediencia final.