Elizabeth A. Navarro

A ti, mi amor bonito

Llegaste sin buscarme, en un instante perfecto,  

cuando el viento me enseñaba a escuchar mi propio eco.  
En el tiempo justo, donde el alma se encuentra,  
me llegó el amor que ni yo esperaba, ni buscaba.  

Con cada paso que di en mi propio despertar,  
te encontré sin saber que en ti podía confiar.  
Dios, en su sabiduría, cruzó nuestro destino,  
y en tu mirada hallé mi más dulce camino.  

Tu amor me enseña a cuidar lo que es nuestro,  
a nutrir la confianza, y a respetar el tiempo sincero.  
Porque el amor no se exige, se cultiva con paciencia,  
y en cada gesto tuyo hallo la más pura esencia.  

Te admiro en todo tu ser, en tus risas y tus días,  
te quiero con una pasión que no conoce las heridas.  
Mi lealtad te entrego, mi corazón y mi alma,  
y agradezco a Dios por este amor que me calma.