En Tu Memoria
No quiero que mi nombre se disuelva,
como un suspiro en la sombra de la vida.
Que mi voz no se pierda en el polvo,
que no sea una marca indeleble de los días olvidados.
Que hablen de mí, aunque sea en risas ligeras,
como aquellos que transformaron la luz en estrella,
como esos soñadores que abrieron el cofre de las ciencias
y cuyos nombres aún laten en las calles de las memorias.
Si he de irme, que mi huella se quede
como el perfume en la piel de un amante querido,
que aún, a través del tiempo, se susurre el deseo
y se oigan mis versos, suaves, como un trago añejo de vino.
Que hablen de mí los que dejaron de soñar,
que mi historia sea un rosal espinado
en la boca de quienes aún se atreven a mirar el horizonte
y a llamar a la vida, vibrante de locura.
¿Quién recuerda al que solo pasa desapercibido,
al que olvida su reflejo en el espejo del mundo?
Nada es eterno, lo sé, pero la huella de un instante
queda ahí, en los que aman, en los que luchan,
en los que hacen de la irreverencia su bandera.
Que mi nombre quede en las bocas de los que amaron
el arte como un filo suave en la carne,
y que no pase el tiempo sin que me recuerden,
como un canto, un suspiro, una risa insolente
que desafió la quietud de lo inmortal,
y que, sin estar, sigue vivo en sus recuerdos.