En lo sencillo del verso
vive cautiva mirada
una eterna enamorada
del amor y de los versos.
De primaveras y empeños
ilusiones y esperanza
disfrutando de esa calma
nacida del dulce verbo.
Acariciando la brisa
con calidez del su aliento
menta y canela en los labios
romero y malva el cabello.
Trashuma por los senderos
de soledades sentidas
sobre la piel encendida
se duerme el sol caribeño.
Dueña del azul del cielo
del murmullo del palmar
del arrollo y su cantan
Y la estruendosa cascada.
Bendecida y encantada
contempla el atardecer
cuando por el horizonte
comienza la tarde a arder.
Una alfombra de oro y grana
sobre la tranquila mar
viste de espumoso encaje
cuando rompe el litoral.
Oh perla de las Antillas
con ese verde esmeralda
que reviste tus montañas
tus montes plenos de vida.