Seré un ausente en el vuelo de oír
la danza de la muerte y gozaré en
este controlado arte de hipocresía
que devoran mi único espectáculo.
Marcharé cautivo de rebeldía por
las rimas funestas de los seres
sin escrúpulos que manosean las
poesías de la esencia terrenal.
¡Oh, amado Dios!, ábreme el
sendero sediento de libertad.
Guía el vociferar de la razón en
aquel teatro repleto de falacia.