Hace dos días miré por mi ventana,
oleajes traslucidos transcurrían cercanos,
y pude hablarte del oleaje y de algo cotidiano,
también pude hablarte del rosa y del encaje.
Hace unos meses, tumbado en mi aposento,
te conté de la abuelita y sus cantares lejanos,
también te abracé y el tacto dibujó
veredas, valles y colinas.
Y cansado del andar, te platiqué de ansias y proyectos.
Un día de estos charlamos largo y tendido,
asomé un cuento azul y blanco,
inventariamos juntos el pasaje de las nubes,
deshice el orden de tus rizos
y organizamos un cansancio placentero.
El martes de una semana de junio
pude contarte de infantiles carencias,
de cuentos de Poe y de la música de Bécquer,
también hubo un dulce y coincidente silencio.
Y hoy supe, que la intimidad ha sido y es posible que sea.