Cielo blanco, prontamente gris, anunciando otra tormenta; es mi alma agonizando este amor. Nubes tenebrosas, llenas de lágrimas de sal, recorren mi rostro mientras mi alma agoniza nuestro adiós.
Lunes, martes, miércoles, jueves, viernes; todos terminados en \"es\": es nuestro dolor, es nuestro recuerdo, es nuestra la ilusión de volvernos a encontrar.
Cielo blanco, testigo de cuanto te extraña el corazón; nubes grises, gordas, riegan todo mi interior. Las semanas de diluvio empapan la despedida que quedó pendiente, y no puedo evitar este sentir.
Pues lo siento mucho, pero yo no puedo dejar de mencionar tus ojos tiernos, fijos en mí. La casa abundaba de paz y sanación; el coraje tenía el poder, y juntos éramos todo.
Ahora, el cielo blanco te tiene secuestrado en lo alto, lejos de aquí, y a cambio me quedo el mal sabor y la soledad eterna.
Sábado y domingo, voy de paseo, pretendiendo creer que te voy a ver; sin embargo, nunca me siento más lejos de ti.