Bienvenidos al gran ritual,
donde las estrellas se compran al peso,
la soberbia se viste de gala
y la humildad ya se fue de regreso.
El juez de turno dicta sentencia,
\"¡Todo el mundo quieto y a adorar!\"
Pero ni sabe lo que es conciencia,
solo quiere que le aplaudan sin cesar.
Aquí la amistad es una sonrisa,
de esas que se borran en cuanto llegas lejos,
te abrazan fuerte, pero con prisa,
como si tu aliento fuera un mal consejo.
La crítica se disfraza de cariño,
te dan el abrazo, pero con veneno,
te dicen “todo bien”, pero en el camino
te apuñalan con un gesto terreno.
La adulación es el rito sagrado,
\"¡Qué genio eres! ¡Eres brillante!\"
Aunque lo que escribes está equivocado,
pero, claro, tu ego es lo más importante.
En este juego de amor y de guerra,
amigos son enemigos disfrazados,
y todos se abrazan como si fuera
un circo donde el truco está bien actuado.
Al final la estrella se apaga en la nada,
pero el rito sigue, no hay descanso,
todos se olvidan de la verdad callada,
y siguen bailando, aunque todo sea un fracaso.
\"2\"
En el altar de la estrella falsa,
se alzan voces de vanidad,
cada palabra es un disfraz
que oculta la verdad.
Bajo la luz de un brillo efímero,
la soberbia se siente reina,
dictando sentencias con aire sereno,
pero solo alimenta su pena.
Los amigos son máscaras,
hombres de sombra y sonrisa vacía,
que se abrazan con manos de hierro
y se alejan con un suspiro en la penumbra fría.
La crítica se disfraza de cariño,
sus cuchillos camuflados en risas,
se clavan en el alma con sigilo,
mientras ofrecen dulces y sonrisas.
La adulación es un rito bendito,
que sube al trono de la mentira,
te abrazan con amor de veneno
y te dejan caer cuando no brillas.
En este juego de amigos y enemigos,
las fronteras son más tenues que el cristal,
y todos juegan con cartas de humo,
jugando al amor, al odio, al ritual.
La estrella, al final, se apaga en el aire,
mientras el rito sigue su danza callada,
y en el eco queda solo el susurro
de aquellos que creyeron en su mirada.