Pacían las merinas en el prado,
de mientras un zagal las numeraba.
Marchaba todo como planeado,
cuando un cordero habló mientras pastaba:
<<¡Despierta, no te quedes embobado!>>,
y despertó el pastor mientras gritaba.
Hallóse sin rebaño en la colina,
pues nunca duerme el lobo que trajina.
A Esopo