Su piel rozando,
mi cuerpo sudando.
Un acto impuro,
un sólido conjuro.
Tus caricias
Son cura para mis malicias.
Esos tus ojos de avellana, sumidos en mí mirar de obsidiana,
que fulge en la noche inmensa;
Cuál amor es de una luna muy intensa...
Su respiro es el crujir de un frío acalorado, que adormece su vientre apenado,
y desnuda ese momento soñado...
pensar no puedo con tanto sube y baja,
más retener esta mortaja de dulzura,
con una sobre dosis de salvaje locura.
Es pedir la unión de dos polos opuestos,
en un mordaz dancé, y un eterno romance...
En tu corazón quedará escrito ese primer amor.
Y en tu alma quedará sellado esa primera vez...
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