Dame tu corazón, tu vientre, tu pecho y cada minuto de tu vida, que yo te daré lo que tengo bajo la piel encendida.
Te daré la palabra, el verbo amar, te daré mis gracias y sonrisas. Te daré mis días sin nombres y mis noches de luna herida.
Dame tu ser desnudo, dame tu flor sin espinas, que yo te daré el alba clara, por dónde surge y escapa la risa.
Dame tu boca, tu savia, dame la sed perdida, para beber de tus aguas y para encallar en tu bahía.
Dame el latir de tus horas, el calor de abrazos y días, para morir lentamente y renacer en tus costillas.