En la colina, firme y callado,
se alza un roble viejo y sagrado.
Ha visto inviernos, ha visto soles,
y en su corteza guarda canciones.
Las aves tejen nidos dorados,
el viento juega entre sus brazos.
Sus hojas danzan con brisas leves,
sus raíces beben de fuentes fieles.
No teme al tiempo, no teme al frío,
su sombra es calma, su tronco es río.
Escucha al bosque, sueña en su espera,
habla en susurros con la madera.