Ellos hablan con el alma desnuda,
tejen palabras que son ecos del viento,
sus versos son susurros del universo,
pintan paisajes con tinta y sentimiento.
No necesitan más que un suspiro,
un latido que nace del corazón,
y en cada palabra, hay un suspiro de vida,
como una flor que se abre con la emoción.
Sus ojos ven lo invisible,
sus manos tocan lo intocable,
y en cada rima, se esconde un mundo,
un rincón profundo e inalcanzable.
Poetas hermosos, con almas etéreas,
que no temen desnudar sus miedos,
y al final de cada verso, un misterio,
porque en sus palabras vive lo eterno.