Que absurda e insonora resulta la mañana cuando no hay nada, no está su foto, no está ningún recado para mí en sus letras. ¡No hay nada! La existencia no tiene sentido para el universo. No hay sentido en la vida., ni tan siguiera una sombra para destrozarlas con las furiosas fauces del olvido, coraje y algo de lujuria abandonada. ¡Quiero desafiar el absurdo!
Así como Borges decía que la luna ignora que es luna, aunque tranquila este. Así ella no sabe nada de mi espera. Nada sabe de lo que sé. Más que nada me lee. Qué, aunque vacíe por dentro el bolígrafo de otros poetas, desnudando en cada letra dicha, el verdadero empeño camusiano del absurdo de existir flaquea cual margarita deshojada en su desmayo.
Me gusta más Borges como literato, que, como poeta. Aunque su complicada poesía, dice algo a mis emociones, pero cuando habla de lo irreal y posible de la literatura, lo entiendo mejor y en lugar de ir a mi intelecto, va a mi sentimiento. Algo parecido me pasa con Camus, me llena más como literato que como filosofo. Me proporciona poesía. La nada como un todo.
Me gustan aquellas letras, cuando tienen todo el alfabeto a su merced y se vuelven mudas. Saben convertir la nada del insomnio, en todo lo que pueda contener un poema, llenando el presente, con la rabia de saber, que el bolígrafo que pensaba suyo, ahora se dibuja en una hoja extraña, amontonado como letras sin sabor, sin color. Como envidiado bolígrafo vacío.
Claro está que no voy a estallar en desencanto con un grito desquebrajado como la tarde de Borges que lo miraba desde el fondo de un espejo. Así también revelaba mi rabia explotando de un celo más radical que el de su propio Dios, buscando vaciar de rabia su enojo, que azotaba el corazón como aguacero ciclónico sobre los desvencijados sueños.
LENNOX
EL QUETZAL EN VUELO