Verdades amargas
«Conocidos tengo muchos, pero amigos tengo pocos»,
les dices de tus ensueños y después se hacen sirocos ,
estirando hasta los belfos, saturando la razón.
Es, por tanto, una novela, predicarles poesías,
cuando adulan con falencias que parecen mercancías,
deshojando los enseres que presenta el corazón.
Entre halagos y falacias, pocos dicen la verdad,
solo fluyen como el humo, ya no tienen realidad.
En la hazaña no acompañan, solo dan sus veredictos,
agotando las ideas cuando nacen los conflictos.
Pues, aquellos que se esconden tras cortinas de ilusión,
son los mismos que se pierden en su propia confusión.
Samuel Dixon