Yace en su lugar la piedra preciosa.
Han pasado veintidós días
de la entrega en un intercambio de amor.
Aquella noche los astros
se quedaron quietos
admirados.
De que exista otra cosa
que les robe la atención.
Y la nieve caía como
un velo por toda la ciudad.
Pero la piedra preciosa ya había
encontrado el corazón correcto
donde reposar para una eternidad.
Las estrellas danzaban con los copos de nieve
que caían como diamantes en el suelo.
Brillo en su mirada
ella tan iluminada
sus manos entrelazadas.
Y la piedra preciosa
ahora es un sello de amor
entre dos almas
que se encontraron
sin decir media palabra.