El niño soñaba en un sol diferente,
de un azul profundo como el ancho mar.
Pero el rojo tajo en su cuaderno
le dijo en seco: “Error fatal”.
Aquí no hay margen para lo extraño,
ajusta el trazo, sigue el guion.
No son bienvenidos los que imaginan,
solo los fieles a la instrucción.
Y así, en las aulas, mueren los genios,
las alas se quiebran en el papel.
Porque aquí no aprueban a los que crean,
sino a los que imitan sin entender.