Los dioses del alba dejan
un lloro vinoso al mar
y un murmullo de palomas
sin altar.
Los grandes derraman canto
en las barcas de las nubes,
y la lluvia anclada al llanto
se confunde.
Van en alas de presteza
entre el sueño y la ciudad;
todo en su mirada expresa
dignidad.
No se conoce su rostro
mas que un reflejo en el Sol;
su dulce huella en el polvo
es amor.