Enrique Fl. Chaidez

Ángeles

Los dioses del alba dejan

un lloro vinoso al mar 

y un murmullo de palomas

sin altar.

 

Los grandes derraman canto

en las barcas de las nubes,

y la lluvia anclada al llanto

se confunde.

 

Van en alas de presteza

entre el sueño y la ciudad;

todo en su mirada expresa

dignidad.

 

No se conoce su rostro

mas que un reflejo en el Sol;

su dulce huella en el polvo

es amor.