Donde ayer la sombra extendía su manto,
y el dolor tejía su amarga canción,
hoy la luz dibuja un nuevo encanto,
y el amor florece en cada rincón.
Las lágrimas, cual lluvia de primavera,
regaron la tierra del alma herida,
y de aquel invierno, la más bella quimera,
en un jardín de paz se ha convertido en vida.
Las cicatrices, cual estrellas fugaces,
dibujan historias de fuerza y valor,
y el corazón, con alas audaces,
emprende un vuelo lleno de amor.
Ya no hay cadenas que aten el espíritu,
ni sombras que oscurezcan el sendero,
solo la paz, cual dulce infinito,
y la esperanza, cual faro certero.
Que el amor sea tu eterna melodía,
y la paz, el refugio de tu ser,
que la esperanza, cual eterna guía,
te lleve a un futuro de amanecer.
Y que sepas que, en cada paso dado,
en cada lágrima y cada sonrisa,
has construido un futuro amado,
donde la paz y el amor eternizan.