¿Por qué sucederá que los recuerdos
no ha todos les generan
las mismas emociones?
¿Será porque la vida, cual apuesta,
con nuestras elecciones, sentimientos,
(con todo) siempre juega?
Quizás quiere probar nuestro albedrío
y es esa su manera.
Avanza pues la vida...
Conforme se desplazan las escenas,
elige cada quien esos fragmentos
que siente con más fuerza.
Ocurre que, de forma involuntaria
los guarda, los encierra.
Por eso, los momentos, los lugares
y las cosas, no a todos les recrean
las mismas añoranzas,
ni el mismo sentimiento se refleja.
Y pasa con las cosas... (que, no importa
si mil veces las miras y volteas)
tú sólo logras ver lo que es visible,
lo que a tus ojos llega.
No puedes percibir el simbolismo
que algunos les impregnan...
y, cuando se le invoca,
en forma de recuerdo se presenta.
Entonces... esta noche...
(con esta soledad que, se me aferra)
confieso que me encuentro
con el alma sensible y predispuesta.
Me pongo a revisar
tratando de forzar a que aparezcan,
buscando hasta en los sitios no creíbles,
(detrás de aquellos trastos y botellas…)
trocitos de recuerdos que, se esconden;
ahora, con frecuencia, se me alejan.
A veces vienen solos...
(asoman de improviso tras la puerta)
aquellos que dejaron en el alma
sus marcas, como muescas.
Aquellos de la infancia, tan lejanos,
que siempre, siempre llegan
cargados de añoranzas. (Esas tardes
andando bajo el sol, en bicicleta…)
Ahora, sin embargo…
recuerdos más recientes me regresan.
(De cuando me encontraba
juguetes al subir por la escalera).
Y creo... que, en su afán de no extinguirse
se cuelan (los recuerdos) por las grietas
del alma; manipulan, nos inducen...
y vínculos extraños nos generan.
Por eso... cuando escucho
el grifo que gotea...
invaden (infalibles) mi nostalgia,
las risas y el patito en la bañera...