Alfonso J Paredes

El río donde nacen las flores

I

 

«Entre malvaviscos amanece el hielo:

debajo no hay nada de nada,

sino un gusano que sube por el tallo de la flor».

 

El río:

 

como venas recorre el suelo,

un sosegado remanso de calma.

En su calabozo de agua

humedece, de la mano, la palma,

que no habla.

 

Salpica el cielo una nube.

Los cormoranes regresan a su casa.

 

La lejanía:

 

El sol se funde entre el cielo y la montaña.

Basto paisaje que cierra el alba.

El Torno del Jerte sus manos alza

hacia ese cielo color naranja.

Horizonte sin fin.

 

II

 

¿Qué rio es este?

¿Qué camino recorre,

riega a su paso el malvavisco

y el hielo se deshace en el empíreo,

de ese remanso de aguas cristalinas?

 

Llegarán los aguadores,

con sus cántaras vacías

y, antes de que oscurezca,

vaciarán los acueductos para la adrada.

 

Un camposanto que guarda las almas

desde que nacen, hasta que callan.

 

En el remanso el agua se desagua

ante el frío de la madrugada,

Agua inmóvil, agua mansa.

 

Presencian el acto que calma,

porteadores con sus garrafas,

esperando tan ansiada agua.

 

En sus orillas verdea el henequén

insumiso y despistado,

nace enraizando las piedras blancas.

 

Un solo cuerpo,

una sola alma.

Muchos brazos

desean sus aguas.

 

Surge donde surgen las palabras

y el alentar vigoroso empuja los marros,

si tropiezan, desisten.

.

Se transforman en meandros,

su verde, se para…

Se convierten en madreselva las plantas.

 

Entorno real de las cosas.

 

Su color es sorprendentemente prodigioso,

se ciegan los ojos con sólo mirarlo.

 

Agave concibe a Tebano Penteo:

 

Sus artes se recogen como un niño en la cama.

Pasado el tiempo

nace una flor violeta sin igual.

 

Exhibe su pistilo esperando una abeja,

fecunda y pica.

Entonces… muere.

.

Poem and Rhápsody ©

La fina piel de la cáscara

Alfonso J Paredes