«Quien se avergüenza de su lengua,
a su tierra y a sus padres mengua»
(Pedro Moreno Parrina).
Sí, mira el campo de mi tierra, del color de la jara
y su aroma, al que acuden las abejas al monte o al prado,
quedando la recompensa real de la jalea y el líquido dorado
el aroma de mi tierra, a flores, sudores, medida y vara.
Sí, mira el campo de mi tierra, del olor de azahar,
de montes nevados, de flores blancas, de cerezos en flor,
que te abrazan en un jardín de aromas y de humano olor
de su gente y costumbres del lugar.
Sus calles empedradas atravesadas por riachuelos,
sus nobles fachadas engalanadas en sus dinteles,
agua fresca y viandas soportadas en sus anaqueles
de los palacios de nobles y abolengos pañuelos.
Sí, mira el campo de mi tierra con sabor a limón
e hierbabuena en la dehesa regada por los riachuelos,
en cuyas encinas coronan nidos de mochuelos
y de su corteza cercenada para el corcho del tapón.
Mira como serpentean sus ríos y como ondulan sus montañas,
llenos de historias de conquistas, amores y desamores,
mira sus campos trabajados con el sudor de su gente,
nobles fuertes y arraigados desde sus entrañas.
Sí, mira el campo de mi tierra, del color de la aceituna,
del sabor salado de las lágrimas que a tu rostro bañan,
cansada, agotada de fabricar sus casas de barro y cañas
que dejan pasar por sus huecos la luz de la luna.
Mira los pueblos de mi tierra, llenos de cordura
y engalanados con guirnaldas que coronan sus fiestas,
atraviesan desde la Campiña Sur, hasta Las Mestas,
sí, mira el campo de mi tierra, Extremadura.
Poem & Rhapsody©
La fina piel de la cáscara
Poemas de la tierra
Alfonso J. Paredes