Ay mujer, cuánto halago innecesario
que provoca una fecha señalada,
cuánto dulce que no sosiega nada,
cuán servil, como el beso de un gregario.
Ay mujer, qué tristeza de escenario
si el libreto es don de trama obligada,
como eco de palabra reiterada,
como amén en el rezo del rosario.
La verdad no es vacío de intenciones,
no precisa de adorno con incienso
ni de luces ajadas que se encienden.
La verdad, son los hechos sin razones,
las que ya no figuran en el censo,
las mujeres, que muertas ya no ofenden.
Jhet