Carlos Justino Caballero

aNO SÉ POR QUÉ

No sé por qué los abrazos de mis hijos se han vuelto más fuertes,

prolongados y tan tiernos en mi espalda.

No sé por qué son más frecuentes y cuando empiezan no terminan.

El inefable amor que siempre de ellos recibía es cada vez más parecido a lo eterno.

Mis hijos, la razón de mi existencia, son y han sido mi logro de más brillo

y esa recompensa a mis afanes.

No sé por qué, pero lo intuyo, que me dan sus caricias envolventes,

que agradecen mis desvelos  y, con creces, me acercan hasta el cielo.

Hijos, amados mis hijos, proyección divina a la plenitud de mi alma.

¡Tal vez no advierten que soy yo el agradecido y lleno de orgullos por ellos, esos hijos que son míos!