«Ninguno ama a su tierra porque es grande,
sino porque es suya»
(Lucio Anneo Séneca)
Mi patria es la calle profunda de colores,
es la espuma de la ola coronando la arena,
es el suelo por donde piso, y no tengo límites.
Mi patria es la patria de la suerte,
es la patria del diptongo,
es la patria que espera mi muerte.
¿Qué no daría yo por mi patria?
De sus pueblos, sus valles y su tierra labrada,
sus jinetes, sus montañas... Tierna arena fría,
mi patria, la de las justas, la de las algaradas.
«Si supieras que algunos días te caminaba,
por una llanura, por un día sin facha».
Mi patria, la de las liendres imberbes,
la de la arena mojada,
¿qué no daría por oler el perfume de mi patria,
de las montañas nevadas y de los bosques verdes?
«Si tuviera yo memoria para recordarla,
para librarse de las tormentas y las peroratas».
Mi patria, esa que pone en el mapa,
la que no tiene líneas, la que huele a azahar.
¿Qué no daría yo por volarte y tenerte,
por sobarte y quererte?
El abuelo ya cierra el bar de las calles de piedra,
porque eso es mi patria, bares y clubes sugerentes,
mi patria silenciosa, mi patria ardiente
mi patria vestida de colores verde, blanca y negra.
«¿Qué no daría por amarte,por sudarte
y concederte mi vida y mi muerte?
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La fina piel de la cáscara
Alfonso J. Paredes