La ventana es húmeda y dulce
una cavidad intacta por donde ingresa la luz
como un milagro sin espacio ni tiempo
la luz que hace ver las sombras fugitivas
como nimbos grisáceos que expiran sutilmente
El rostro se estruja contra el cristal
Intentando concebir nuevos recuerdos
nuevas imágenes que engendren las palabras
verbos como susurros convertidos en anhelos
sin tristezas, sin temores,
que empañan el cristal y los amores
En esta estrecha ventana
desaparezco bajo el sol y entre la hierba
en la confrontación del crepúsculo y del alba
en el careo del latido contra el silencio
pausando el prodigio del aire
renovando el pensamiento
La calidez del día acaricia mi rostro
mis ojos ríen con la flor que se deshoja
mi piel destila una suavidad de nube
ante la sensación del vidrio en mi tacto
un cielo que se esconde ante la extrañeza
de contemplar mi rostro por la ventana
sin longevidad ni olvido
tan solo con recuerdos y esperanza.