En esta tarde de lluvia y niebla,
donde el horizonte es solo un sueño,
todo se enfría, todo se quiebra,
como el eco roto de un último anhelo.
No sé si es el viento o tu ausencia,
este frío que cala hasta el alma,
si es la bruma que cubre mi esencia
o el silencio que deja tu falta.
Las palabras, cautivas del hielo,
se quiebran antes de ser pronunciadas,
como gritos ahogados en miedo,
como notas jamás entonadas.
Un golpe, súbito, cruel, implacable,
selló lo que nunca dijimos,
cerró la puerta a lo inevitable,
y el alma quedó sin testigos.
¡Qué injustos son los prejuicios ciegos,
que nos condenan a callar!
Nos llevan por caminos eternos
sin dejarnos regresar.
Y un día, cuando el frío se evapore,
cuando el tiempo nos deje mirar,
descubriremos que nunca hubo un muro,
solo el miedo de hablar.
JFAS 11-03-2025
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