Emilio Barrios

Fumando mi marihuana

Salgo de casa con el cielo nublado fumando mi marihuana.

Paso frente a la casa de María Clara, esa niña obsesiva e impulsiva que le rompió el corazón a Anastasio.

Hombre de pocas palabras pero de temperamento explosivo y a la vez amistoso.

Voy por la mitad de mi cigarrito, meditando un poco sobre la vida y sus conflictos.

El humo en mis pulmones saliendo por mis fosas nasales desaparece en el viento.

El barrio se llena de gente mala, dicen; yo veo hambre y desgracia que a cualquiera pone nervioso.

La maldad no existe, solo existe necesidad y, como sea, hay que mitigar, pero no romantizo eso de robar.

Cada quien luchando con los problemas en su hogar; el sol, al igual que la oscuridad, no se tapa con un dedo.

Amigo, soy de todos, saludo apretando la mano, fijando la mirada; da igual si eres pobre o rico.

Se me terminó el porrito y ahora de nuevo a la realidad; dejo para la próxima el fumar y divagar…