Porque nos dijeron que así debía ser,
que los errores son marcas en un papel limpio,
que fallar es desviarse del camino
como si hubiera un solo camino correcto.
Intentamos hacer todo bien
para evitar miradas de decepción,
para encajar en moldes que ni siquiera elegimos,
para sentir que el esfuerzo tiene sentido.
Pero, ¿qué pasa si lo perfecto no existe?
Si el arte está en los tachones,
si las mejores historias nacen del caos,
si la vida no es un examen, sino un boceto en constante cambio.
Tal vez intentamos hacer todo bien
porque tenemos miedo de lo que pasa si no lo hacemos,
porque quizá lo realmente valioso
no es hacerlo perfecto,
sino hacerlo nuestro.