El Chivo Expiatorio
El malo, el ruin, el cizañero,
el que todo lo arruina en el sendero,
el necio, el terco, el desalmado,
el que nunca ha reflexionado.
El falso, el torpe, el mal hablado,
el ingrato, el desubicado,
el que no sabe lo que es amar,
el que nunca aprende a perdonar.
El egoísta, el poco atento,
el que va sin rumbo en el viento,
el que no escucha, el que no cede,
el que en su propio lodo se enrede.
¡Pero claro! No soy yo, ¡es el otro!
Ese que arruina mi vida con poco,
el que me debe, el que me insulta,
el que de todo tiene la culpa.
Y así me paso la vida entera,
con la misma canción de queja severa:
que si el gobierno, que si el vecino,
que si mi jefe, que si el destino.
Y entre reclamos y gestos torcidos,
el otro siempre es el mal nacido,
y yo, pobrecito, puro y bendito,
víctima eterna del infinito.
Pero un día, en un espejo opaco,
vi a un tipo con cara de atraco,
con mil excusas y cero argumento...
¡Ah, carajo! ¡Ese otro era mi propio reflejo!
Desde ese día, con menos descaro,
miro el espejo y le hablo más claro:
\"Deja las quejas, ponte a hacer obra,
que ese otro… ¡eres tú,
caradura!
Y deja de culpar al mundo entero,
y ponte en acción.\"