Cuánta divinidad en el tiempo preciso,
el arte de esperar.
En unas pieles suaves, blandas
que se rozan entre sí,
como un alba a las montañas,
como un rocío en mis pestañas.
Brevedad y belleza
en los sueños de la vida...
La condena más preciosa;
amar y ser amado,
sabiendo que los pasos
marcados en la tierra,
algún día habrán de desvanecerse,
convertirse en un cimiento más humano.