Su trono la esclaviza a su tortura
pues busca las miradas cada día.
Su vida es un espejo en ucronía
pues pierde ropa, sentido y cordura.
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Su afán son los focos en desmesura
se viste con el glamur de una arpía,
mas su reflejo muestra pena umbría
que juega con sonrisas y locura.
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Sus gestos engrandecen su ventaja,
no hay niño que a sus pies no se someta,
pues su vestuario es diáfana mortaja.
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Su orgullo, hace que declare vendetta;
y así, por atención cava su caja,
por atención... se vuelve marioneta.
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Un colibrí adolece una tortura,
su paladar se muere, se le enfría.
Sin su don, su vida será ucronía,
sin su batir, cederá su cordura.
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Tanta desgracia es clara desmesura,
pues sin su lengua, será como arpía
que guarda en su pecho una pena umbría,
que rompe su pico por la locura.
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Fue una flor con ápice de ventaja,
que le hirió esperando que él se someta,
mas a las justas, rompió la mortaja.
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Él, no la suerte, tomará vendetta,
a esta y la otra meterá en su caja,
y a todas... usará de marioneta.
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