ACTO III
A veces,
intento llamarte
pero sé
que no estás ahí.
Cuánto quisiera
volver
a escuchar tu voz,
sentir de nuevo,
aquel impulso que guiaba
mi mundo soñador hacia el tuyo.
Con tus labios esperando ser besados,
haciendo castillos en el viento
en un juego lascivo.
¡Qué amor tan grande contigo!
Con aquellos versos
creados conjuntamente,
elocuentemente,
en el coro de los sones
de tu leve aire.
Aire que entró en mi
sin yo saberlo,
y ahora va herido
por la playa y por la arena,
por mi sueño.
Dime mujer:
¿Será tu piel el agua?
¿Tu nombre..., el viento latiendo?
¿Mi corazón tu silencio?.