La pena narran mis versos vacíos,
del odio y la muerte que de ti siento,
que plasman la pena de mi extravío,
y al sangrar quiero mi daga en tu pecho.
Hoy yace rencor en un corazón yerto,
y la muerte a ti, ¡oh, sí!, daría Dios mío,
luego de muerta, llorarte a los ríos,
y por Dios, te amé, y de muerte te quiero.
Galva