Alfredo Daniel Lopez

Viaje Astral

 


Viaje Astral

 
No sé si será hoy mi hora, 
me siento desfallecer,
sé que debo de creer
en mi Dios aquí y ahora.
Si la muerte es precursora
-como lo fue con Vallejo
quién mucho antes de ser viejo, 
muy claro ya lo tenía
que en París se moriría
una noche de aguacero-

por qué esperar acostado
a que todo eso suceda,
pensando en su piel de seda
que me tiene enamorado.
Por ella estaba embrujado
y me creí el rey del mundo, 
pero urgé en lo más profundo
de sus buenas intenciones
y ella realizó acciones
que me tienen tremebundo.

Pero aún no sé que falla:
mi vida se desvanece,
pierde fuerza, se envejece, 
mi barquilla casi estalla. 
Un dolor agudo encalla
en mi mundo solitario. 
Aunque escribo casi a diario
esta angustia no me suelta
la tuerca dará otra vuelta
acabando este calvario.

Súbitamente un infarto
me ha postrado en esta cama, 
mi barquilla me reclama
si el morirme lo descarto. 
Se hace oscuro todo el cuarto
y una rara sensación
me hace perder la razón,
casi no recuerdo nada, 
toda mi vida pasada
se esfumó de un borrón. 

Mi cuerpo viaja, estoy fuera,
me veo en la cama echado,
mi barquilla se ha quejado
como si algo le doliera.
Pero está inmóvil y espera
errumbar al blanco cielo
y libre allí elevar vuelo
como lo hace la paloma,
o los caballos sin doma
o los peces del riachuelo.

Dicen que es un viaje Astral
que mi alma no está en mi cuerpo, 
aquella idea yo acuerpo
para no ver mi final.
Cómo librarme del mal
si mi mal es mal de amores
que me saca los colores
cada vez que en ella pienso. 
Hoy me he sentido indefenso.
Hoy me he rendido a colores.

No pregunten si estoy muerto
o si fue una pesadilla, 
solo sé que mi barquilla
viaja sin encontrar puerto. 
Es tan grande el desconcierto
que no puedo levantarme. 
Me niego el imaginarme
que este será mi final, 
que el viaje astral es real,
... ¡Que de ti debo olvidarme!


‌ 
Alfredo Daniel Lopez
El guardián entre el centeno 
Barcelona España

 

Nota.- El sustantivo barquilla, aquí lo utilizo emulando el significado que le dio el gran maestro Garcilazo de la Vega, quien acuñó en la poesía el término barquilla para referirse al alma o al corazón.