Una avispa despierta tras el miedo,
como un rayo, su aguijón se proyecta.
Su toxina como adre de un viñedo,
Se dispersa en una inyección perfecta.
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Más que un roce o picadura en el dedo,
se transforma esencia en forma correcta.
y el veneno como hechizo en enredo,
vuelve a la piel, por mucho, más erecta.
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Como víctima, él bajo su mirada,
siente el fuego de un dulce desvarío;
su sangre arde y su carne es almohada.
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El veneno se aviva como un río,
y recorre estimulante en tostada,
el deseo que erige su vacío.
Dime. Tú, ¿a qué le tienes tanto miedo?
¿A las sombras que en silencio proyectas,
a beber sentimientos o el viñedo,
o a que crescan las dudas más perfectas?
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¿Es al tiempo, que tapa con un dedo
cuando mata las horas más erectas,
o al destino que escapa por enredo
cuando las promesas no son correctas?
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¿O será que temes a la mirada?
¿A la incertidumbre? ¿a un desvarío?
¿o a la ausencia que deja una almohada?
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¿Temes la quietud o seguir al río?
¿ir probando caviar o una tostada
o quizás a ti mismo y su vacío?
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¿Quién soy yo, detrás del valor, del miedo?
¿Acaso un actor que solo proyecta
o alcohólico errante en un viñedo,
donde crecen las pecas más perfectas?
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¿Es mi voz la luz que opaca a un dedo
o las máscaras que usas tan erectas,
que en el laberinto de tanto enredo,
gimen verdades que no están correctas?
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¿O será que arrodillo mi mirada,
a su mal juicio, a su cruel desvarío,
o a la ausencia que dejó mi almohada?
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¿Soy el que persigue el cauce del río,
el que prueba caviar o una tostada,
o el que huye de sí mismo y su vacío?