A veces el viento sopla en contra,
las palabras se enredan, se rompen,
y el silencio se vuelve un muro
que nos separa sin querer.
Discusiones como tormentas breves,
pero intensas en su furia ciega,
dejando huellas en el alma,
aunque nunca en el corazón.
Pero aún en la sombra y la duda,
en la herida que el orgullo deja,
siempre hay un puente tendido,
una amistad que no se quiebra.
Porque al final, más allá del ruido,
del miedo y la confusión pasajera,
sabemos que en verdad nos importa
y que juntos
podemos vencerla.