Junto a parlamento había un mendigo,
sito en su rincón, limosna pedía,
si todos pasaban, los sonreía,
por su seducción, de todos amigo.
Se acerca político, ofrece abrigo,
vente conmigo y con esa alegría,
sírveme a mí y te daré mercancía,
tú repetirás, aquello que digo.
Con gran sonrisa el mendigo le dice:
yo mucho lo siento, no me interesa,
dar esa opinión, que un credo bendice,
una bendición, es corta promesa,
y aunque hacia todos, es un contradice,
obtengo de todos, siempre remesa.
Jhet