Tu voz reposa en la cresta de una ola
y tu mirada me acompaña desde una estrella.
Tus manos labran juncos
entre el agua y la ribera.
Luces en tu pecho una insignia
como sobreviviente de una guerra
donde te hicieron inmortal
que en cada recuerdo se posa tu nombre
y sobre tu nombre un emblema.
El haz de luz de la insignia
acaricia nuestras caras
como si algo nos pidieras.
Nos pides que los sueños que están contigo
se aniden donde viva un alma buena
y de tanto en tanto sean conjugados
por todos los verbos de la tierra.
Ha pasado el tiempo
y el tiempo con su paz
aquieta tu ausencia y el eco de tu voz me llega
transforma en amor la barbarie
y me regala algo de ti
y hace imposible por siempre
que lo que fue tan vital en tu vida, en mí no muera.