Leoness

Y, vi tu rostro

Y vi tu rostro entre reflejos ambarinos,

Entre dos luces de añil perfilado,

Tus manos sobre mi rostro,

Las mías sobre tus nalgas,

Entre la multitud que nos observaba,

En la melodía de un amor entre bocinas de

Un tráfico infinito; y nos basábamos,

Y en silencio nos comunicábamos,

Resistiendo los empujones en aquel confuso

Y estrepitoso paso de peatones,

Unidos en un romance de cuerpos estremecidos

Por un loco sentimiento mutuo de pasión,

Humedecidos los cuerpos entre la repentina lluvia.

Y… corrimos, nuestras ropas empapadas, hasta

Llegar al hotel donde, húmedos nuestros cuerpos,

Sucumbieron en el precipicio de las entrañas, en

El deleite de la carne

 

¡Sedientos, permanecimos unidos en medio de la salacidad!