En la presencia del Señor seré maravillado;
sí, cada día de la eternidad, maravillado.
No habrá descanso de su gran amor en mi interior;
y donde vaya toda luz también irá su amor.
Allí seré de multitud de santos bienvenido;
sí, hasta en los más lejanos paraísos, bienvenido.
Y no hablarán, lo sentiré; seré su bienamado,
cual si un amor de siglos se apretara en el llegado.
¡Cuánta alegría! ¡Cuánto asombro! ¡Cuánta paz de amor!
Aquí el Señor a mi alma inundará con bendición.
Porque yo sé que ante mi Dios seré maravillado;
no habrá descanso de su gran amor en mi interior.