En la crudeza del barro invernal me desayuno tu ausencia,
pospongo a la vez la firme intención de olvidarte
hasta nuevo aviso
mientras abro los cajones de la memoria,
todavía no empolvados.
Hallo en ellos el lagrimal reseco y la melodía de tu risa,
cuyo dolor empieza a no doler cuando me duele,
y resulta esculpida en mi piel
hasta que esta se me pudra.
Regreso al mundo infame pero amable
donde sobreviven los necios y los tontos;
otrora muerto y contigo...
Hoy lo hago vivo y sin ti.
Y me sorprendo
hablándole al sol y al peatón,
y deshojando campanadas...
poco a poco... tomo aire....
.... y respiro Vida.
RBP (15/3/25 - 10:31)