Volando el pensamiento
en la niña que espera.
Fuerte temple su cimiento
lleva paciencia por bandera.
Su tiempo no se agota,
pues solo piensa en verde,
verde que se vuelve rosa,
rosa que nunca muere.
Con inocente dulzura
se reviste la cabeza,
de colores la satura,
pintándola con belleza.
Blanco, rojo, violeta,
azul, verde, amarillo.
Borra así su tristeza
alcanzado el olvido.
Perfumada de amores
vuelve así a sonreír.
Caen rendidos los hombres
al ver su pasión resurgir.
Y así la bella niña,
haciendo suyo el querer,
demuestra la gran valía
de convertirse en mujer.