Se creen empresarios, hablan de marcas,
pasean su iPhone con aire de rey.
Sueñan con coches, con casas de lujo,
pero no saben contar hasta cien.
Publican historias, venden apariencia,
juegan a ricos sin nada que dar.
El mundo les dice que son importantes,
pero el mundo solo los quiere comprar.
Y un día, cuando la red se apague,
cuando el crédito deje de entrar,
mirarán sus manos vacías de todo…
y no sabrán por dónde empezar.